lunes, 3 de octubre de 2011

En nuestras manos está

Hace algunos días, justo después del clásico, me enfrasque en una de las tantas divertidas discusiones con algunos amigos y familiares sobre nuestros equipos. Como siempre, uno quiere demostrar que su equipo es el mejor y, por otro lado, ocurre lo mismo con la otra parte. Y mientras ello ocurre, van saliendo arengas, jodas, maleteos y hasta insultos, no directos, pero insultos. Como siempre, se hace obvio, entre nosotros, que solo estamos "jodiendo" y que es el momento lo que nos hace hablar y decir tantas cosas ya sea cuando hablamos o cuando escribimos como me paso con mi primo. Al final, sabemos que solo es futbol y nada tiene que hacer con nosotros.

Sin embargo, cuando reviso y recuerdo mis palabras y las de los demás, me doy cuenta que no parece que fuese joda. Si una tercera persona ajena a la discusión escucha o lee lo que decimos, simplemente cree que somos unos locos desadaptados, que solo vivimos pensando en futbol y que de eso depende nuestra vida entera. Muchos llegan a creer que somos violentos o que si nos cruzamos por la calle nos vamos a chancar. Y es entonces, que sin querer, se fomenta la violencia y lo que se supone que es divertido (para mí y para el resto) se degenera totalmente.
Entonces me pregunto ¿Y para qué? ¿Para qué tanta leña al fuego? ¿Para qué tanta pasión desbordada? ¿Para qué empecinarnos en algo que no va a cambiar?, pues después de todo, uno seguirá siendo del mismo equipo y el otro igual.

Lo que ocurrió el fin de semana pasado es algo que debe marcar un precedente. No solo para las barras ni para el futbol, sino para las personas en general. Personas como tú y yo, te identifiques o no con un equipo, te guste o no el futbol. Debemos entender que las pasiones desbordadas solo nos llevan a desgracias, guerras, rebeliones, muerte y aniquilamiento. Con esto, más allá de llevar un mensaje quiero hacer un mea culpa en mis actos. Quiero pedir disculpas si ofendí o lastime a alguien. Ser apasionado no es ser violento. Y eso es lo primero que debemos entender. Tengo familia y muy buenos amigos que son de otros equipos. De la U, de Cristal, del Muni. Por un pedazo de tela (aunque esa sea la tela que nos apasione) no podemos romper ese lazo.

Gritemos, saltemos, lloremos y celebremos; hagamos lo que sea por nuestros equipos, pero sobre todo, respetemos. La tolerancia por el otro es el principio fundamental de la paz. Y el respeto a los demás, el inicio de nuestra libertad. Nuestras capacidades deben apuntar a la armonía humana y no al desprecio y al odio. Luego, ¿Cómo podemos reclamar paz si no nace de nosotros?.

Gente Crema, Grone, Celeste, Rojos y demás colores, reconozcamos que primero somos peruanos y que este país es tan valioso como su propia gente. Demostremos que podemos ser mejores, que una pelota de futbol nos une y no nos divide, que nuestra tierra se forjó con el sudor de hombres generosos y valientes, que cuando nos unimos siempre logramos grandes cosas. Hoy, pido que nos unamos para decirle al mundo y sobre todo a nuestros corazones, que no queremos violencia, que nunca más pasará, que hemos aprendido a vivir en armonía y que las diferencias deben hacernos más unidos y no al revés. Después de todo, sea del equipo que seas, somos hermanos e hijos de una misma nación. Una nación que nos vio nacer y crecer, una nación que espera que le demos lo mejor en cada generación. Hoy está en nuestras manos. No son los políticos, los periodistas o los intelectuales quienes van a cambiar nuestra sociedad; somos nosotros los que vamos a hacerlo y es ahora. No para las futuras generaciones, sino para nosotros mismos. Noventa minutos de futbol no valen una vida. Esta en tus manos; no lo olvides la próxima vez que te cruces con alguna persona que no traiga puesta la camiseta de tu equipo.