lunes, 8 de marzo de 2010

Los ex reclusos en el Perú

La situación de un ex recluso en nuestra sociedad (Perú), se torna muy complicada. Una vez que el personaje ha concluido su ciclo de “castigo” le espera una cuesta muy empinada que tiene que recorrer con una carga muy pesada: el sello de tener, no solo ante la sociedad sino ante la ley, un pasado carcelario. Esta situación lo convierte, sin duda, en alguien diferente a las personas comunes, a la sociedad estándar y a las costumbres comunitarias.

Uno de los factores que ayudan a formar la diferencia entre el ex recluso y la sociedad común, y que ayuda a no respetar esta diferencia por ambas partes, es la desinformación que la sociedad tiene de la realidad de los reclusos y como éstos cumplen sus condenas. Esta desinformación se da no sólo por la falta de difusión sino, por el desinterés arraigado en la mayoría de los individuos por conocer otras realidades que, a primera impresión no los afectan (indiferencia). Otro factor que se complementa a la desinformación es la estigmatización que la sociedad crea hacia los ex reclusos. Apoyados en notas periodísticas y experiencias personales llegan a la conclusión que todos los ex reclusos son iguales, que todos son malos y no merecen el mismo trato en la sociedad. Estos factores crean el ambiente para la falta de respeto hacia un ex recluso en la sociedad.

Existen ciertas pautas que sostienen la diferencia que se crea entre la sociedad y los ex reclusos. Una de ellas es el desinterés de la sociedad por convivir con un ex recluso. Este desinterés es alimentado por el temor. Temor a que el ex recluso actúe contra los bienes o los seres con los que convivimos. Otra pauta se da por lado del ex recluso. Él mismo se siente diferente en la sociedad. No espera a ser rechazado, sino que él mismo rechaza a la misma. Esta sensación la alimenta durante su tiempo de condena. El deficiente sistema carcelario y las inhumadas circunstancias con las que es tratado, desembocan en un rencor para con las autoridades, el sistema legal y por ende con la sociedad, que permanece inmutable ante el maltrato. Una última pauta, que complementa a las anteriores, es la realimentación de consecuencias, una especie de círculo vicioso que se forma entre la sociedad y los ex reclusos. Las reacciones de rechazo en la sociedad para con ellos genera un sentimiento de rencor en los mismos. Esto realimenta ambas partes y genera un círculo vicioso que es muy difícil erradicar.

Para eliminar estas pautas y crear un clima de respeto y convivencia para con los ex reclusos, que han pagado condena por diferentes situaciones, es necesario considerar ciertos puntos. Sin duda, el más importante es combatir la desinformación que la sociedad tiene ante las realidades de los reclusos. Se debe establecer programas integrales dedicados a mostrar a la población como es la vida carcelaria. Algunos grupos proponen incluso, entablar un diálogo fluido entre el preso y la población a través de diversos medios como el correo por ejemplo. Este factor no solo ayudará al recluso a sentirse más cerca a la sociedad sino, pondrá también, a la población en situación de auditor, pues sabrá que es lo que ocurre con la población reclusa. Todos esto pondrá al tanto a la sociedad de cómo vive un recluso y así podrá tomar conciencia del porque de su conducta y aparte, podrá ayudar a restablecerse. El siguiente punto, que sería una consecuencia del anterior, es la renovación del sistema carcelario. Esta renovación, de cierta forma, estaría establecida por la sociedad, que al conocer las realidades exigirá un trato acorde y humanitario. Estos dos puntos ayudarían a eliminar el estigma que los reclusos tienen pues la población sabría que no todos son malas personas y merecen una oportunidad de inserción acompañada del respeto a la dignidad. Por último, está claro que nada esto es posible si las decisiones de aplicarlo no se toman desde el poder. Leyes que apoyen esta forma de convivencia entre los reclusos y la sociedad para que se entienda que no hay diferencias y que son tan humanos como cualquiera, con errores y virtudes. Como se ve, la clave de todo esto es sin duda el dialogo, pues sólo éste nos permite relacionarnos y conocer al “Otro”. Como menciona Kapuscinski en su texto “Encontrarse con el extranjero” quien nos cita a Levinas diciendo: “Ante el Otro, debo no sólo ponerme en un pie de igualdad y mantener un diálogo, sino también ser responsable de él “.